¿Quieres disfrutar de un postre delicioso y fácil de hacer? No te pierdas esta receta de Pudin de Caramelo. Con su textura suave y sabor dulce y acaramelado, es perfecto para cualquier ocasión. ¡Anímate a prepararlo y sorprende a todos con su sabor irresistible!
Tiempo de Preparación: 8 Minutos
Tiempo de Cocción: 10 Minutos
Tiempo Total: 18 Minutos
Porciones: 2 Porciones
Este postre te va a quedar parecido a un Serenito o a un Danette, pero con un especial sabor artesanal.
Preparar pudín cremoso (o "postre", como lo llamamos genéricamente en Argentina) no es para nada complicado. Contrariamente a lo que pensás, esta receta es fácil y económica, por eso existe desde hace tanto tiempo.
Lo van a amar tanto los más peques como los adultos. Animate y, si quedás satisfecho, también vas a encontrar en mi sitio web y en mi canal de YouTube cómo hacer pudín de dulce de leche y de coco.
400gr Leche
25gr Maicena
80gr Azúcar
25gr Manteca
Agregar la maicena a la leche. Integrar bien con un batidor o tenedor hasta eliminar los grumos.
Colocar el azúcar dentro de una hornalla a fuego medio. Aguardar hasta que se forme el caramelo.
Cuando el caramelo haya adquirido un color cobrizo, añadir la manteca y mezclamos bien.
Una vez integrada la manteca al caramelo, añadimos de a poco la mezcla de leche con maicena y continuamos revolviendo hasta conseguir una mezcla homogénea. Cuando rompa hervor, bajar el fuego al mínimo y continuar revolviendo por un minuto.
Volcar la mezcla en los respectivos recipientes y dejar reposar a temperatura ambiente por una hora. Luego, pasar a la heladera. Opcional: podés colocar un film que haga contacto con el pudín para evitar que se forme una costra en su superficie.
(Atentos que esta historia tiene sus idas y vueltas, ya que existen muchas versiones según cada cultura).
Es difícil definir el origen exacto del pudín. Se toma por asumido que la creación o por lo menos su formalización como receta inició en Europa, especialmente en los conventos. Esta versión del inicio o del desarrollo del pudín tiene suficiente consenso ya que su costo económico era bajo, su elaboración es sencilla y aporta un valor nutritivo satisfactorio gracias a su contenido en proteína láctea.
Estas variables posiblemente lo hayan convertido en un plato idóneo para los conventos, ya que estos representaron históricamente lugar de potenciación y desarrollo de la cocina dulce. Teniendo en cuenta que en aquellos espacios eclesiásticos se pregonaba la cultura de la austeridad, lo que se traducía en una modestia a la hora de comer, esto generó que los ingredientes disponibles fueran aprovechados al máximo y que surgieran nuevas recetas con resultados simples aunque nutritivos en su justa medida.
Hay otra teoría que sostiene que su origen provendría de Francia, especialmente durante las épocas doradas que tuvo la repostería francesa. Su fama habría iniciado desde la época de la República Romana, influyendo notoriamente en la gastronomía que en la actualidad conocemos como cocina mediterránea, a pesar de que actualmente Francia no sea el país donde más se consume este postre.
La posterior aplicación de las especias que surgió en la extensa Edad Media le otorgó a la cocina franca ese singular aspecto que tiene hoy, aunque el reconocimiento debido lo alcanzó recién en el Renacimiento, tiempo que abrió definitivamente las puertas del gusto por los placeres terrenales en múltiples aspectos de la vida humana, generando como efecto el desarrollo de postres, golosinas e incontables invenciones de la repostería.
Recetas similares de postres han sido documentadas en textos provenientes de la sociedad catalana. Existen recetarios medievales, tales como el Llibre del Coch (siglo XIV) y el Llibre de Frare, en los que su descripción aparece, convirtiéndolo en uno de los postres de mayor antigüedad dentro de su categoría en el continente europeo. Es considerado una evolución de las clásicas natillas, las cuales contenían huevos además de lácteos y eran harto conocidas en la República Romana, siglos antes del nacimiento de Cristo.
Existen referencias históricas sobre el pudín de caramelo en diversas obras literarias. Por ejemplo, en el siglo XVIII, Rafael de Amat y de Cortada menciona esta deliciosa receta en su libro "Calaix de sastre", aunque lo refiere como "crema de Sant Josep". A lo largo del siglo XX, también encontramos menciones de este plato en trabajos de autores renombrados como Moquel Martí i Pol y Josep Pla, entre otros.
Paulatinamente se fue adaptando hasta transformarse en lo que actualmente se conoce como crema catalana, que tiene una cobertura caramelizada que se logra con la utilización de un soplete para darle color.
En las tierras españolas este plato se sirve el día del padre a modo de comida tradicional, que puede tener una presentación con la superficie quemada o sin quemar. En ocasiones se lo puede utilizar a modo de relleno en diferentes clases de tortas, pasteles o en compañía de frutas u otros postres.
Más allá de su nombre y de la amplia historia que compete a esta receta, existen teóricos que consideran que el origen del plato proviene de la gastronomía inglesa. En el Trinity College de Cambridge, en el Reino Unido, se lo asocia con la institución, sirviéndolo habitualmente con el dibujo de las armas heráldicas del colegio impresas en su cobertura de caramelo crujiente. La aplicación de este postre en el Trinity College comenzó en el año 1879, a pesar de que existen libros de gastronomía inglesa que certifican su origen como previo a esta asociación.
Porción: 1 porción ( 265g ) | Calorias: 328kcal | Carbohidratos: 50g | Proteínas: 6.9g | Grasas: 12.1g | Grasas saturadas: 7.6g | Colesterol: 36.9mg | Sodio: 90mg | Azúcar: 50g | Fibra: 0g | Grasas Insaturadas: 4.6g | Grasas Trans: 0.4g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 12 de enero de 2022.
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