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¡Uno de los reyes de los postres en vaso! Formado por tres capas que combinan texturas y sabores, hacen un postre que te lo vas a comer a cucharadas.
Tiempo de Preparación: 15 Minutos
Tiempo Total: 15 Minutos
Porciones: 3 Porciones
Les traigo un postre tradicional de la cocina inglesa: un trifle de frutilla. Si se ganó la admiración de los ingleses es tanto por su presentación llamativa como por la combinación de tres sabores intercalados que lo vuelven un manjar de distintas texturas. Los ingleses saben de la buena pastelería, así que debemos seguir sus consejos. Y si te gustaría ser un Peaky Blinders, no deberías pasar por alto su gastronomía.
400gr Frutillas
100gr Azúcar
200gr Queso Crema
100gr Crema de Leche
50gr Azúcar Impalpable
Esencia de Vainilla
Vainillas
¡Consejo! Importantísimo servir el trifle en vasos o copas transparentes, ya que esto permite visualizar su diseño y colores llamativos.
Cortar las frutillas, primero sacándole las hojas y luego en pedazos chiquititos. Ponerlas en una olla.
Agregar azúcar, mezclar y llevar a una hornalla a fuego máximo. Una vez que hierve bajar a fuego medio/bajo y dejar cocinando hasta llegar a la consistencia deseada. Reservar.
En un bol agregar el queso crema, el azúcar impalpable y la esencia de vainilla. Integrar con una batidora.
En otro bol agregar la crema y batir hasta que empiece a tomar cuerpo.
Combinar estas últimas dos preparaciones haciendo movimientos envolventes para no perder el aire que incorporamos al batir. (Esta técnica está explicada en detalle en el video).
Pasar esta preparación a una manga.
En un vaso poner una base de la primer reducción de frutillas, después vainillas cortadas y luego la segunda preparación de la manga. Repetir estos pasos hasta completar el vaso.
Oporto
Jerez o sherry.
Vino de madeira.
Licores de preferencia personal.
Jugo de alguna fruta.
La más antigua de las recetas de trifle figura en el libro titulado The good huswife's Jewell y data del año 1596. Se lo describía como una nata montada aromatizada con agua de rosas y jengibre. En siglos posteriores se añadieron huevos y gelatina.
Algunos trifles se aromatizan humedeciendo el bizcochuelo del postre con una pequeña cantidad de bebida alcohólica (generalmente, un tipo de licor). Lo más frecuentemente utilizado es el jerez, aunque lo tradicional es el uso del oporto. Las versiones sin alcohol pueden utilizar jugos de una o varias frutas para alcanzar una misma humedad y cierta aromatización. El trifle preparado con jerez a veces suele llamarse sherry trifle o también High Church.
Se lo suele servir en épocas Navideñas y en verano, generalmente en recipientes transparentes de cristal para poder apreciar sus diversas capas y colores.
Una variante popular de este postre es la que se elabora remojando el bizcochuelo con gelatina líquida para postres, refrigerando luego para que cuaje. Esto produce que el bizcochuelo y la gelatina se unan y otorguen una agradable textura siempre y cuando se realice en las adecuadas proporciones (debe evitarse añadir demasiada gelatina; de lo contrario, esto podría anular el sabor del bizcochuelo).
Algunos supermercados de Reino Unido venden un producto conocido como "chocolate trifle" que no es considerado un auténtico trifle porque un trifle no puede estar compuesto sólo por capas de chocolate, además de que debe contener al menos frutas o gelatina. Es importante el aspecto decorativo del trifle al igual que su sabor, ya que los colores vivos de la mermelada, la fruta y la gelatina le otorgan un llamativo brillo, junto al contraste con la crema blanca.
Existe también el Creole trifle (denominado también como "Russian cake") el cual, aunque contiene diferencias, consiste en piezas de postres diferentes firmemente unidas y remojadas previamente en alcohol (por lo general, ron o vino tinto) y jugo de frutas o un sirope dulce. Se obtiene un resultado lleno de aromas y un aspecto colorido. Existen pastelerías de New Orleans famosas por elaborar un pastel trifle conformado por una mezcla de "postres imperfectos".
Dentro de la amplia gama de opciones frutales, esta fruta destaca no sólo por su sabor dulce-ácido y por su aspecto, sino también porque posee una importante cantidad de vitaminas: A, C, E y B1, B2, B3 y B6. Además, cuenta con minerales como calcio, hierro, potasio, magnesio, yodo, fósforo, fibra, antioxidantes, ácido fólico y otros que resultan indispensables para una buena nutrición.
El consumo de esta fruta brinda numerosos beneficios a nuestro organismo. Además de ser una opción saludable para nuestra alimentación, tiene acciones antiinflamatorias, desinfectantes y desintoxicantes. Contribuye a la disolución de cálculos biliares y renales, e interviene combatiendo la hipertensión, las deficiencias hepáticas y la retención de líquidos.
Sus propiedades diuréticas y su ácido salicílico la vuelven beneficiosa en artritis, trastornos reumáticos y en cuadros que contienen un alto nivel de ácido úrico. Favorece también los tejidos, el crecimiento óseo y el sistema nervioso en niños.
Su ingesta es aconsejable en diabéticos ya que cuenta entre sus componentes con fibra soluble, que ayuda a la absorción de carbohidratos, mientras que contribuye a que los niveles de azúcar en sangre se mantengan equilibrados.
Porción: 1 porción ( 216g ) | Calorias: 509kcal | Carbohidratos: 59.3g | Proteínas: 5.4g | Grasas: 29.2g | Grasas saturadas: 16.7g | Colesterol: 95.3mg | Sodio: 229mg | Azúcar: 55.4g | Fibra: 1.3g | Grasas Insaturadas: 12.5g | Grasas Trans: 0g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 24 de septiembre de 2020.
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