¿Quieres sorprender a tus invitados con un postre espectacular? ¡Mira la receta del Chocoflán o Pastel Imposible! Una deliciosa combinación de flan y bizcocho de chocolate que se hornea junto en una sola preparación. Fácil de hacer y con un resultado impresionante!
Tiempo de Preparación: 20 Minutos
Tiempo de Cocción: 80 Minutos
Tiempo Total: 1 Horas y 40 Minutos
Porciones: 4 Flanes
El flan es ese postre que nadie rechaza. Visualmente es hermoso y su suave dulzura hace que siempre nos quede un espacio para él luego de una copiosa cena.
Tan popular es que se han creado variantes súper interesantes del flan, haciendo que su versión original ya empiece a ser conocida como "flan de huevo" para diferenciarse del flan de queso crema, del flan de almendras o del flan parisino.
No obstante, hay un flan que es, digamos, el más complejo de todos. ¿Difícil de realizar? No, pero requiere prestar atención a cada uno de sus pasos. Y es, quizás, el menos probado de todos los flanes, aunque ofrece, a cambio, un sabor que posiblemente nunca hayas experimentado de forma similar.
Caramelo
150gr Azúcar
Agua
Flan
3 Huevos
200gr Leche Condensada
200gr Leche
Esencia de Vainilla
Bizcochuelo
2 Huevos
100gr Harina
60gr Cacao en Polvo
150gr Azúcar
100gr Leche
60gr Aceite
8gr Polvo para Hornear
Colocamos una sartén a fuego medio-alto y agregamos en ella el azúcar y luego agua (la cantidad suficiente sólo para humedecer el azúcar). No revolver en ningún momento. Cuando tome color cobrizo, bajar el fuego. Consejo: para saber si el caramelo está en su punto, mojar ligeramente una servilleta en él. Si en la servilleta está oscuro, se encuentra en su punto.
Una vez listo el caramelo, volcarlo en los recipientes y moverlos para que se distribuya. Reservar.
En una jarra (preferentemente) o bol grande volcar los huevos, la leche y la leche condensada. Revolver hasta integrar. Luego, volcar la mezcla en los respectivos recipientes hasta una medida de 3/4.
Colocar los recipientes con el flan líquido en un molde y cubrir este con agua hasta la mitad de la altura de los recipientes. Llevar al horno cerca de 45 minutos a 180º. Luego, reservar.
Para el bizcochuelo de chocolate, colocar el cacao, la harina y el polvo para hornear en un bol (usar preferentemente un tamiz). Integrar con un batidor.
Agregar a la mezcla el azúcar, los huevos, el aceite y la leche. Batir hasta integrar bien.
Volcar la mezcla sobre el flan y llevar los recipientes al horno a 180º por 35 minutos aproximadamente. Luego, dejar reposar entre una y dos horas a temperatura ambiente. Pasado ese tiempo, envolver con un film cada recipiente y llevar a la heladera.
Para servirlos, extraer el film y colocar el recipiente en un bol y agregar en este agua hirviendo y esperar un minuto. Esto ayudará a derretir el caramelo. Introducir verticalmente un cuchillo e ir desplazándolo para facilitar la extracción del postre.
Consejo: si el bizcochuelo queda con una forma hongueada en lugar de plana, usar un cuchillo al ras de los bordes para cortarlo.
Quienes se atribuyen el mérito de haber creado el flan son los franceses; sin embargo, hay antecedentes que ubican los orígenes del flan en la Roma antigua.
Los romanos fueron quienes comprendieron que la unión del huevo, la leche y la miel daban como resultado una valiosa combinación. Los romanos, una vez que aprendieron la utilidad de la domesticación de las gallinas y de los pollos, obtuvieron una gran disponibilidad de huevos, con los que pusieron en práctica nuevas recetas. Los huevos, además de resultar nutritivos, eran considerados por ellos un alimento beneficioso para la fertilidad, los riñones y el hígado.
Los registros históricos también dan cuenta de que los griegos y los fenicios consumían de diferentes formas un cuajado de huevos y leche. Los romanos lo denominaban tyropatina (este nombre aparece mencionado en la obra del autor latino Fortunato) y acostumbraban a decorarlo con pimienta. En aquel entonces no existía el azúcar en las tierras europeas, por lo que la miel era su endulzante. Así fue hasta que posteriormente ocurrieron las migraciones árabes en las tierras italianas, francesas y españolas.
Los conventos medievales de Europa fueron de gran importancia para el flan. Los monjes eran importantes productores de vino, y para clarificarlo requerían de grandes reservas de huevo para aprovechar sus claras. Gracias a esta disponibilidad, los conventos también utilizaron los huevos para elaborar postres como el flan, razón que explica la afinidad que tenían los hombres y mujeres de Iglesia a este plato. Se lo consumía con asiduidad durante el período de la Cuaresma: debido a la prohibición de la carne, este postre permitía incorporar los nutrientes necesarios para la realización de las labores diarias.
En aquel entonces, se añadía harina como ingrediente, y la disponibilidad inmediata de los huevos hacía que el postre estuviera listo a la prontitud. Resultaba común elaborarlo de manera dulce, mezclado con frutas o frutos secos, o salada, incorporando vegetales o pescado.
Si bien en los tiempos de la Alta Edad Media el flan consistía en una mezcla de leche, huevos y otros tantos ingredientes (llamado, en aquel tiempo, "flado"), fueron los árabes, que se trasladaron desde la otra orilla del Mediterráneo, los que le dieron entidad a este plato. Ellos, grandes expertos en el empleo del azúcar, habían creado con ella valiosos pasteles, jarabes, natillas y turrones.
De esta manera, los cocineros españoles, y más tarde los franceses, descubrieron cómo obtener una preparación sutil, delicada y dulce horneando una fusión de leche, huevos y azúcar. Los cocineros provenientes de Arabia también fueron los responsables de implementar la cobertura de la fuente de horneado con una capa fina de azúcar so pretexto de conseguir el caramelo.
Afortunadamente, gracias a la disponibilidad de la heladera, el flan adquiere su punto óptimo; lo volteamos para sacarlo de su recipiente y se lo presenta sobre un plato acompañado de caramelo en su superficie (por eso, en Francia suele llamarse crème renversée).
Otro producto que sumó al enriquecimiento del flan fue la aparición de la chaucha de vainilla, un ingrediente que pasó desde América al Viejo Mundo, logrando un gran valor en su uso para la aromatización de los postres.
Sin embargo, el flan adquirió su popularidad masiva en los restaurantes y hogares recién a fines del siglo XIX, a causa de su facilidad tanto de fabricación como de almacenamiento.
El flan es, claramente, un legado gastronómico que los latinoamericanos debemos a los europeos. Los colonos que viajaron desde España y pisaron estas tierras fueron quienes se lo enseñaron, junto a otras recetas y técnicas gastronómicas, a los habitantes autóctonos, con ingredientes de fácil adquisición o relativamente accesibles.
Porción: 1 Flan ( 332g ) | Calorias: 857kcal | Carbohidratos: 134.8g | Proteínas: 21.8g | Grasas: 30.9g | Grasas saturadas: 14g | Colesterol: 300.5mg | Sodio: 406mg | Azúcar: 106.9g | Fibra: 5.6g | Grasas Insaturadas: 16.8g | Grasas Trans: 0g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 2 de marzo de 2022.
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