¿Te encanta el sabor fresco y ácido del limón? Con su textura suave y su sabor cítrico, es el postre perfecto para acompañar tu café o té!
Tiempo de Preparación: 15 Minutos
Tiempo de Cocción: 35 Minutos
Tiempo Total: 50 Minutos
Porciones: 12 Muffins
¡No podés ser amante de la pastelería si no probaste estos muffins de limón! Auténtico sabor alimonado en aquella gustosa masa.
El glasé en su superficie les va a dar un aspecto encantador parecido al de un hongo. Quizá, después de los muffins de arándanos, sean los mejores. Pero eso queda a gusto de uno.
Animate a prepararlos. El muffin es rápido y fácil de hacer, de modo que resulta práctico y rinde varias porciones. Cualquiera prepara muffins, pero estos son especiales. Una forma de que tus comensales nunca olviden la visita a tu cocina.
240gr Harina
180gr Leche
100gr Aceite
200gr Azúcar
10gr Polvo para Hornear
10gr Jugo de Limón
2gr Sal
1 Cáscara de Limón
3 Huevos
Glase
Azúcar Impalpable
Limón
Rallar la piel de un limón sobre un bol. Añadir el azúcar y los huevos. Batir por varios minutos para que el aire ingrese en la mezcla.
Agregar el harina, la sal y el polvo para hornear, preferentemente mediante un tamiz. Batir hasta integrar bien. Ayudarse con una espátula para despegar la harina que queda sin mezclar en los bordes.
Añadir la leche y continuar integrando. Luego, añadir el jugo de medio limón e integrar.
En una fuente para muffins, añadir los pirotines y rellenar cada uno con la preparación.
Llevar al horno a 180° por al menos 35 minutos. Luego, dejar enfriar.
En un recipiente, depositar el azúcar glas y añadir de a poco jugo de limón mientras revolvemos hasta obtener una consistencia espesa.
Decorar los muffins con el glasé y dejar secar por una hora. ¡Listo! Tus muffins de limón ya están para comer.
Los muffins comienzan su recorrido histórico en el siglo X, siendo algo más parecido a un pan. En la era victoriana fue un alimento carente de interés para los nobles, por lo que eran ofrecidos a la servidumbre. Fue durante el siglo XVIII que los ingleses de las altas clases sociales se convencieron de ir reemplazando poco a poco sus barras de pan por otros tipos de panificados, con sabores y diseños varios, entre los que estaba el muffin.
Los registros demuestran que en el año 1703 se escribía moofin, término que proviene del bajo alemán con la palabra muffe (que en plural es muffen) y alude a un pan de forma parecida al cupcake. Estos términos están íntimamente relacionados con moufflet, palabra francesa antigua que era empleada para describir a un niño de aspecto gordito o que tuviera mejillas prominentes y redondas (ahora entenderás por qué le decimos "mofletes" a los cachetes).
En el período del siglo XIX era frecuente cruzarse con repartidores dedicados al comercio de muffins calentitos de puerta en puerta. Se los llamaba "Muffin Men" y fueron fuente de inspiración para la creación del conocido poema infantil The Muffin Man.
En aquel entonces, los muffins se elaboraban a base de una masa fermentada y su cocción se realizaba en calientes planchas de hierro. No obstante, ya comenzaban a aparecer variantes de recetas a base de huevos y manteca.
A pesar de que el muffin es patrimonio cultural e invención del Reino Unido, su popularidad mundial se debió a los Estados Unidos, donde es incluso más producido que en su país de origen.
Hubo un hombre llamado Samuel Bath Thomas, quien fue el responsable de traer a las tierras americanas los muffins de Inglaterra. En el año 1871 tomó la decisión de mudarse de Gran Bretaña a Nueva York y allí fundaría una reconocida panadería comercial. Eligió el barrio de Chelsea para instalarla, debido a su adecuada ubicación cercana al río Hudson, lo que a su vez lo acercaba a las empresas de Broadway.
Lo más valioso que poseía Samuel Bath Thomas era su conocimiento para la preparación de aquella receta histórica, por lo que se propuso ser el primero en dar a conocer su producto a los habitantes de Nueva York. Para hornear sus muffins sobre un plato usó un secreto proceso. De esta forma, conseguía que quedaran suaves en su interior y crujientes en su exterior. Su establecimiento "Nooks & Crannies" dedicado pura y exclusivamente a proveer sus muffins a hoteles con el slogan "entrega directa a hoteles y restaurantes, incluyendo transporte" abrió sus puertas en el pasado siglo XIX.
Tal fue la reputación que adquirieron los muffins que ofrecía Samuel Bath Thomas que se expandieron rápidamente por todo Bronx y Queens, circunstancia que lo convenció a inaugurar una nueva tienda en 337 West 20th Street. En aquellos tiempos, la zona era mayoritariamente residencial, por lo que no parecía ser un sector conveniente para la industria. No obstante, lo que interesó a Thomas era que el edificio que consiguió, proveniente de la década de 1850, anteriormente había albergado en sus plantas bajas una fundidora. Los hornos de esta fundidora estaban ya instalados en el sótano. Thomas no dudó en interpretar esto como una señal de buen augurio para su emprendimiento, por lo que restauró el edificio e introdujo en el sótano un gran horno de ladrillo, debajo del jardín. Horneó muffins todos los días en aquel edificio hasta 1919, año de su fallecimiento.
Con el correr de los años, aquel inmueble fue renovado con fines residenciales y el horno de ladrillo fue amurallado y olvidado por un largo tiempo.
Porción: 1 Muffin ( 76g ) | Calorias: 241kcal | Carbohidratos: 33.1g | Proteínas: 4.5g | Grasas: 10.3g | Grasas saturadas: 4.7g | Colesterol: 56.7mg | Sodio: 179mg | Azúcar: 17.7g | Fibra: 0.5g | Grasas Insaturadas: 5.6g | Grasas Trans: 0g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 17 de noviembre de 2021.
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