Muffins de Nueces

Los muffins son una porción individual hermosa, la indicada para una merienda. Y lo bueno de ellos es que existen variantes casi infinitas, tanto para su relleno como para su decorado (aunque sabemos que si de decorado se trata, mejor hacer cupcakes).

La particularidad que tendrán estos muffins es que, además de salir deliciosos, tendrán trozos de nueces en su interior, lo que les dará una ligera crocancia y sabor a fruto seco.

La simpleza de la preparación de los muffins también sirve para que de a poco nos vayamos sintiendo más seguros para ir subiendo el nivel y adentrarnos en recetas más complejas.

Video paso a paso

Ingredientes para preparar Muffins de Nueces

• 110gr Manteca

• 100gr Azúcar

• 2 Huevos

• 5gr Polvo para Hornear

• 3gr Sal

• Esencia de Nuez/Almendra

• 260gr Harina

• 120gr Leche

• 150gr Nueces Picadas

Cómo preparar Muffins de Nueces

Consejo: para saber si están listos, pinchar uno de los muffins con un escarbadiente. Si la masa se pega al escarbadiente, aún no están listos.

La historia detrás del muffin

El muffin inició su carrera culinaria siendo un pan, allá por el siglo X. En el período victoriano era un alimento que se relegaba a la servidumbre. Recién en el siglo XVIII sucede que las familias inglesas de alta clase social comenzaron a reemplazar paulatinamente sus barras de pan con otros tipos de panes de distintos sabores y diseños, entre los que se encontraba el muffin.

¿Por qué se llaman así?

En el año 1703, el término "muffin" se escribía mooffin, proveniente del bajo alemán, donde la palabra muffe (cuyo plural es muffen) refiere a un pastelito similar al cupcake. Ambos términos se relacionan con la palabra moufflet, del francés antiguo, que se empleaba para describir a un niño de complexión física con sobrepeso o con cachetes regordetes (de ahí que a ese tipo de mejillas se les diga "mofletes").

¡Cómo fue la evolución del muffin?

Durante el siglo XIX era común ver repartidores que se dedicaban a la venta de muffins recién horneados de puerta en puerta. Eran los llamados "Muffin Men", en los que se basó el reconocido poema infantil The Muffin Man.

En aquellos tiempos, los muffins eran preparados con una masa fermentada y cocinados en planchas calientes de hierro. Sin embargo, ya aparecían versiones de recetas que incluían manteca y huevos.

La llegada a América

Aunque el muffin nació estrictamente en el Reino Unido, se volvió muy popular en los Estados Unidos, donde formó parte de la historia de aquella nación.

El responsable de introducir en los Estados Unidos los muffins ingleses fue el reconocido Samuel Bath Thomas, quien se mudó de Gran Bretaña para vivir en Nueva York en el año 1871, donde abriría una famosa panadería comercial. Eligió como barrio para vivir Chelsea, que tenía una asequible ubicación próxima al río Hudson, lo que le daba proximidad a las empresas de Broadway.

Samuel Bath Thomas poseía en sus conocimientos aquella histórica receta, y conocía su valor al punto de que quiso ser el primero en presentársela a los ciudadanos neoyorquinos. Para hornear los muffins sobre un plato utilizó un proceso secreto. De esta manera, quedaban suaves por dentro y crujientes por fuera. En el año 1880 inauguró su primera panadería, llamada "Nooks & Crannies", la cual sólo se dedicaba a atender a la industria hotelera bajo el eslogan "entrega directa a restaurantes y hoteles, con transporte incluido".

El éxito de los muffins de Thomas

Los muffins de Samuel Bath Thomas adquirieron tal reputación que se extendieron por todo Queens y Bronx, hecho que lo impulsó a abrir una nueva panadería situada en 337 West 20th Street. En ese tiempo, la zona era residencial y no resultaba un sector prometedor para la industria panadera /pastelera. Sin embargo, lo que fue interesante para Thomas es que el edificio que obtuvo, que proviene de la década de 1850, había albergado antes, en sus plantas inferiores, una fundidora. Los hornos de aquella fundidora ya estaban instalados en el sótano, lo cual fue para Thomas una buena señal para la apertura de su panadería. Se dispuso a restaurar el edificio y colocó un gran horno de ladrillo en el sótano, justo debajo del jardín. Se dedicó a hornear muffins en aquella ubicación hasta el día de su muerte, en el año 1919.

Posteriormente, aquella construcción se renovó para un uso residencial y el horno de ladrillo sobre el jardín fue tapiado y pasó al olvido.

La historia no termina. El New York Times publicó, en el año 2006, una historia basada en dos residentes que hicieron un descubrimiento. Observaron lo que había detrás de los muros del sótano de su residencia y se encontraron con un imponente horno antiguo de ladrillo: era el mismísimo horno de "Nooks & Crannies".