Si te gustan los gustos fuertes y el contraste de texturas este budín te va a encantar. Una masa bien esponjosa y suave con un glasé aterciopelado, dulce y resaltado con la acidez del limón, no vas a poder parar de comerlo.
Tiempo de Preparación: 10 Minutos
Tiempo de Cocción: 30 Minutos
Tiempo Total: 40 Minutos
Porciones: 10 Porciones
En la pastelería, el limón resulta ser la mejor fruta del mundo para alcanzar un interesante contraste de sabores. Este budín va a ser el ejemplo de que podemos obtener ese contraste que fusiona la intensidad del sabor del limón con la dulzura de un glasé que neutraliza su acidez. La esponjosidad de la masa y la suavidad de su cobertura te enloquecerán.
130gr Harina 0000
2 Huevos
25ml Jugo de Limón
150gr Azúcar
120gr Manteca
Ralladura de limón
3gr Polvo para hornear
Esencia de Vainilla
¡Consejo! Importante lavar bien el limón antes de usarlo y rallar únicamente la parte amarilla de su cáscara (no la blanca).
Enmantecar y enharinar el molde, reservarlo en el freezer.
En un bol agregar la manteca a temperatura ambiente y el azúcar. Batir hasta llegar a una consistencia suave.
Agregar la esencia de vainilla, el jugo de limón y un huevo, batir. Continuar con el otro huevo, parte de la ralladura de la cáscara de limón y volver a batir.
Agregar la harina, el polvo para hornear y el bicarbonato de sodio, preferentemente en un tamiz. Por último la sal y batir.
Volcar la preparación en el molde y llevarla al horno a 180° por 30 minutos.
En un bol con el azúcar impalpable ir agregando el limón de a poco mientras se mezcla hasta llegar a una consistencia bien espesa.
Esparcir el glasé sobre el budín y dejarlo secar, decorar con ralladura de limón.
¡Consejo! En caso de que durante la preparación se corte la mezcla, podés solucionarlo refrigerándola entre diez y quince minutos. Eso hará que los ingredientes vuelvan a integrarse.
¿Hay algún otro tipo de budín interesante que quieras que aparezca en Fede Cocina? ¡Indicámelo en los comentarios de mis redes sociales!
El budín es un plato que pertenece a la gastronomía inglesa y que acostumbra a servirse como postre. En la lengua española se lo conoce indistintamente como budín o pudín, las cuales son palabras derivadas del francés boudin, y esta a su vez viene del término latino botellus, que vendría a significar "embutido pequeño" en clara referencia a la forma con la que se presentaban en la Edad Media los budines.
Otra versión explica que la palabra "budín" derivaría de pudding, término inglés, y que los franceses lo adoptarían a sus formas regionales junto a una pronunciación local.
El budín tradicional de Inglaterra puede rastrearse en la historia hasta principios del siglo XVII, siendo un derivado del "bread pudding", plato cuyo ingrediente principal son los restos de pan. Se ha asumido como cierto que su creación parte de las clases de baja extracción social de la comunidad inglesa de la época, puesto que existía la imperiosa necesidad de alimentarse con cualquier ingrediente al alcance, especialmente en contextos de familias numerosas. Con el transcurrir del tiempo se le irían agregando ingredientes nuevos transformándose así en un plato popular, especialmente por su manera sencilla de preparación, sus bajos costos y el aprovechamiento de alimentos que, de no usarse, tendrían que desecharse, como el caso del pan.
Este plato también sirvió con muchísima utilidad para los marineros, ya que permitía que fuera transportado en viajes extensos. Es por esta razón que los franceses lo llamaron gâteau voyage, que significaría "tortas para el viaje". Con el paso del tiempo las técnicas de su preparación se irían refinando y aparecerían ingredientes nuevos para mejorar el producto.
Los budines salados (más frecuentes en ese entonces) se cocinaban al vapor o sumergiéndolos en un caldo, mientras que los budines dulces adquirieron buena popularidad con el transcurso del tiempo y se preparaban con leche, azúcar, huevos y pan a baño maría.
El budín llega al continente americano de la mano de las oleadas inmigratorias de 1850 provenientes de Inglaterra. En Latinoamérica, el desarrollo de este postre se dio de manera similar a Inglaterra: adoptado principalmente por las clases menos pudientes a causa de los intensos problemas económicos que se desarrollaron durante el siglo XX.
En Argentina es considerado un postre tradicional que está presente en casi todas las cartas de los restaurantes.
Postres y dulces, como el limón relleno de cocada (origen mexicano), el Taralli (origen italiano) o el famoso lemon pie.
Bebidas como leche merengada con canela y limonada. También pueden hacerse licores como limoncello o usar sus rodajas como adorno para cócteles.
En algunos países latinoamericanos como Perú se usa como ingrediente del ceviche: los pescados o mariscos son marinados en jugo de limón.
Se puede añadir a vinagretas, aderezos y salsas.
Su jugo puede usarse como añadido de otras comidas no sólo para saborizar sino también para mejorar la absorción de sus nutrientes, especialmente de las carnes (en Argentina es frecuente añadir zumo de limón a las milanesas). También puede agregarse en caldos.
El limón en conserva se emplea en múltiples platos. Los limones en conserva también pueden encontrarse en platos franceses, griegos, italianos y sicilianos. En Marruecos, se conservan en tarros o barriles de sal, lo que hace que duren largo tiempo.
Porción: 1 Porción ( 54g ) | Calorias: 211kcal | Carbohidratos: 25.3g | Proteínas: 3g | Grasas: 11.2g | Grasas saturadas: 6.5g | Colesterol: 70.6mg | Sodio: 48mg | Azúcar: 15.2g | Fibra: 0.4g | Grasas Insaturadas: 4.6g | Grasas Trans: 0.4g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 20 de octubre de 2020.
Seguime en Youtube totalmente gratis y no te pierdas ninguna de mis recetas.
¡Hay una nueva todas las semanas!
Deja tu comentario
Califica
0 Comentarios