Este budín lo vas a poder decorar con las frutas secas que quieras y el baño de glasé hace que quede delicioso.
Tiempo de Preparación: 8 Minutos
Tiempo de Cocción: 50 Minutos
Tiempo Total: 58 Minutos
Porciones: 10 Porciones
Este budín incorpora frutas, frutos secos y frutas abrillantadas. Bien completo y una de las variantes más saludables que tiene el budín.
Todo ese mix hará que quede delicioso, especialmente cuando le incorporemos el glasé a modo de cobertura.
Resulta ideal para presentarlo en las fiestas de fin de año, una forma de unificar la presencia de las nueces y de las almendras con el infaltable budín en Navidad y Año Nuevo.
150gr Harina
120gr Manteca
170gr Azúcar
200gr Manzana
Polvo para Hornear
Esencia de Vainilla
2 Huevos
150gr Frutas Secas
150gr Frutas Abrillantadas
Enmantecar y enharinar la budinera, reservar en el freezer.
En un bol poner la manteca a temperatura ambiente y el azúcar, batir hasta llegar a una textura cremosa y suave.
Agregar los huevos batiendo entre cada uno y reservar.
Agregar harina en las frutas secas y abrillantadas, revolver y reservar.
En nuestro anterior bol agregar la mitad de la harina, preferentemente tamizándola y la mitad del ron. Batir hasta integrar pero no demasiado.
Agregar la otra mitad de la harina y del ron, la esencia de vainilla e integrar.
Por último incorporar las frutas secas y abrillantadas y volcar la preparación en la budinera.
Llevar al horno a 180° por 50 minutos.
En un bol con el azúcar impalpable ir agregando la leche de a poco mientras se revuelve, hasta llegar a una consistencia bien espesa.
Volcar este glasé sobre el budín, decorar con frutas abrillantadas o secas y dejar secar.
La palabra "budín" proviene del vocablo inglés pudding. También llamado pudín (o lisa y llanamente, pudin) consiste en una preparación gastronómica que suele prepararse con harina, huevos y otros ingredientes, como puede ser la leche.
Los budines son mayoritariamente dulces, ofreciendo la posibilidad de llevar frutos secos, chocolate, azúcar, etc. No obstante, debe saberse que existen también los budines salados, que suelen prepararse de manera similar aunque con otros ingredientes.
Tomemos como ejemplo el budín de pan. Se trata de un postre popularizado en diversos países, preparado con huevo, leche, pan viejo y ciertas especias (como pueden ser canela y vainilla). Dependiendo de la cultura que se visite, puede servirse acompañado de crema pastelera, dulce de leche o caramelo.
En cambio, el budín de zanahoria puede ser salado o dulce, según se prefiera. Otro famoso budín es el de chocolate, que puede servirse recién horneado a modo de torta o enfriado después de la cocción.
De hecho, según su preparación, los budines pueden parecerse a las tortas. La variedad de ingredientes que pueden incorporar es amplia, además de los distintos modos que tienen de cocinarse. Esto hace que un budín puede servirse en cualquier momento del día, ya sea como desayuno o merienda como en el almuerzo o la cena.
Debe tenerse en cuenta que para los británicos el pudding hace referencia a cualquier receta que se prepare hervida o al vapor, envuelta en un paño, en un bol o como embutido. Por lo que para ellos, el pudding no es precisamente una receta sino un modo de preparación.
En sus orígenes, este plato aparece como una manera de aprovechar el pan que estaba endurecido, mezclándolo de esta manera con leche y agregando luego ingredientes como manteca, huevos, frutas o frutos secos, sémola o arroz. Todo dependía de las posibilidades económicas de las familias que lo cocinaban, pero debe reconocerse que fueron las clases más bajas las que acuñaron esta receta, ya que les permitía reutilizar sobrantes de pan, que era la comida más barata a la que tenías acceso, además de que el budín rendía las porciones suficientes para una familia numerosa.
En un comienzo, el pan se colocaba durante horas en remojo, generalmente durante toda la noche para que al día siguiente fuese exprimido y mezclado con los demás ingredientes. Una vez lista la masa, esta se envolvía en un paño o servilleta, se la preparaba a baño María y se la comía caliente. Con el tiempo comenzaron a aparecer los moldes para budines, el horno y así fueron creciendo las variedades de budines y volviéndose más sofisticadas.
Desde su aparición en las recetas de Thomas Dalton en 1596, el budín ha pasado por una evolución fascinante. Originario de Inglaterra, este manjar ha trascendido las fronteras y se ha adaptado a las tradiciones culinarias de distintos países. Del clásico plum duff con ciruelas hasta el peculiar syllabub de la Edad Media, el budín ha demostrado una capacidad de metamorfosis que lo ha convertido en un verdadero patrimonio de la cultura mundial.
En su expansión, el budín encontró su lugar en las cocinas de países germánicos con la creación del Stärkepudding, una exquisita combinación de canela, leche, azúcar, huevos, almendras y harina de papa. El influjo británico en naciones del sudeste asiático también dejó su huella en la evolución del budín, como en Hong Kong, donde se prepara con una salsa elaborada con crema de vainilla, o en Malasia, donde la base del budín es una combinación de crema pastelera y pan.
Por supuesto, la adaptación del budín también se hizo presente en América del Sur. En Argentina y Uruguay, es común disfrutar del budín acompañado de un generoso chorrito de dulce de leche, transformando esta delicia británica en un deleite criollo. Sin duda alguna, la evolución del budín es una fascinante historia de adaptación y transformación, una prueba del poder unificador de la gastronomía.
Porción: 1 Porción ( 106g ) | Calorias: 380kcal | Carbohidratos: 46.9g | Proteínas: 6.4g | Grasas: 19.7g | Grasas saturadas: 8g | Colesterol: 70.6mg | Sodio: 118mg | Azúcar: 28.5g | Fibra: 1.9g | Grasas Insaturadas: 11.7g | Grasas Trans: 0.4g
*Disclaimer NutricionalPublicado por Federico Quevedo, el 13 de mayo de 2021.
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